Psicoterapia y Apoyo Psicológico

Todos hemos pasado por momentos donde las situaciones que estamos viviendo nos hacen sentir sobrepasados, sin saber qué hacer, dónde ir o cómo actuar. En muchas de esas ocasiones también es posible que experiencias o vivencias que hayamos tenido en el pasado (nuestra infancia, nuestra familia, la época escolar, universitaria, relaciones previas, etc.) se nos hagan presentes nuevamente y nos lleven a angustiarnos, estresarnos o sentirnos atrapados en un callejón sin salida que ya hemos vivido antes de forma igual o similar, dificultando nuestras relaciones actuales o nuestra vida cotidiana. Y, asimismo, en muchas de esas ocasiones nuestras redes cercanas (familia y amigos) en quienes nos apoyamos no han podido ayudarnos a solucionar o abordar estas emociones o dificultades. Es por ejemplo en momentos como estos donde la ayuda de un profesional de la salud mental, como somos los Psicólogos, puede ser clave para destrabar estos círculos viciosos y poder desarrollar estrategias de afrontamiento ante estas u otras dificultades en el futuro, así como para también ayudar a nuestro desarrollo personal.

Desde mi formación y experiencia profesional, entiendo el trabajo psicológico por ejemplo desde dos grandes ámbitos: la Psicoterapia y el Apoyo Psicológico. Ambos pueden ser complementarios o específicos, según la(s) temática(s) que quien busca consulta necesita trabajar.

En el caso de la Psicoterapia (la más conocida habitualmente por las personas), la entiendo como procesos que requieren de mayor duración en el tiempo, a través del cual tanto el tratante como el paciente se van conociendo y conjuntamente van explorando en torno a la historia, las características y las experiencias del paciente, de tal forma de poder realizar una comprensión más panorámica de sus conductas, emociones, pensamientos y relaciones, desenmarañando así la gran madeja de variables que pueden estar incidiendo en el malestar o problemática actual. Esto puede llegar hasta nuestra infancia más temprana y las relaciones en esta establecidas (padres, cuidadores, familia, etc.), pasando por experiencias traumáticas de las que podamos haber sido o no conscientes, hasta llegar a temores, inseguridades o cuestionamientos que hemos ido construyendo ya sea a lo largo del tiempo y/o de nuestras interacciones con otros o con nosotros mismos, así como de momentos difíciles (tales como pérdida de seres queridos, ruptura de relaciones, pérdida de empleo o dificultades vitales en general) que puedan estar ocurriendo o haber ocurrido previamente. Cuando somos nosotros mismos quienes observamos nuestra historia y dificultades, tendemos a hacerlo desde patrones y perspectivas símiles y repetitivas que nos impiden ver aspectos en ocasiones más difíciles para nuestra mente (por ejemplo, por ser dolorosos) donde muchas veces se encuentra la raíz de problemáticas posteriores que pueden estarnos afectando (como por ejemplo el estrés, la ansiedad, la angustia, la depresión, la inseguridad y el sufrimiento, entre otras).

Para esto, tradicionalmente la Psicología se centra en el abordaje de los malestares y sus orígenes, buscando solucionarlos para generar el alivio de ese malestar y sufrimiento. Si lo pensáramos gráficamente en una recta, el “0” sería nuestro punto “neutral” o “habitual” donde no existe malestar o este es menor, y los momentos en que tenemos problemas, malestares o dificultades nos colocarían en -1, -2, -3, -10, etc., y la labor de la psicoterapia sería ayudarnos a volver al 0 antes mencionado. En este sentido, un profesional psicólogo suele especializarse en un enfoque específico (como psicoanálisis, terapia sistémica, cognitivo conductual, humanismo, etc.) siendo ese su marco desde el que entiende el funcionamiento y malestar de las personas. En mi caso, mi forma de trabajar es desde un enfoque holístico, que comprende a cada persona como un mundo diferente, propio y único que tiene diferentes requerimientos y necesidades, y de las cuales distintas herramientas de distintos enfoques son necesarias para ayudarle a trabajar sus problemáticas y abordar sus necesidades. Conjunto a lo anterior, integro en este enfoque a la Psicología Positiva, que no es un “pensar positivo” solamente o que “todo está bien”, sino que, siguiendo la misma idea de la recta antes mencionada, un enfoque que apunta al desarrollo y bienestar humano comprendiendo sus luces y sombras, y donde el objetivo no es sólo volver a ese “0” antes mencionado, sino trabajar en además poder avanzar a un +1, +2, +3, +10, +100, etc. en relación a las fortalezas, características y posibilidades de las personas, de tal forma de poder hacer uso de sus potenciales en su vida diaria, como por ejemplo para abordar estas dificultades previamente presentadas. A la par de lo anterior, integro aspectos de Mindfulness, Abrazoterapia y el humor en el trabajo psicoterapéutico y en el desarrollo de las herramientas de cada persona, hasta llegar a su alta o “llegar a puerto” en el viaje de trabajo personal emprendido.

Por otro lado, el Apoyo Psicológico es un enfoque que puede ser independiente de una psicoterapia, así como también previo o posterior a esta. Implica un trabajo más acotado y puntual por ejemplo con una temática en particular que genera malestar, pero para la cual ya se cuenta con herramientas que han permitido hacerle frente en general (aunque quizás no tan efectivamente como quisiéramos) y en las que se quisiera desarrollar o abordar nuevos enfoques y recursos para afrontarlas; como también pueden ser etapas específicas no relacionadas directamente con sucesos previos (la elección de un trabajo, un cambio de ciudad donde vivir, el inicio o mantenimiento de una relación, etc.) que sigue una necesidad similar a la antes mencionada, o también simplemente el querer conocernos mejor y poder desarrollar mejor nuestras capacidades y potenciales.

El apoyo psicológico puede ser también un proceso en el cual algo específico devela una mayor necesidad de ahondar en una temática y sus orígenes (lo que llevaría a una psicoterapia), o un espacio de “acompañamiento” (o “revisión técnica”, como la hemos llamado con algunas personas que he trabajado) al cual acudir cada cierto tiempo posterior a la terapia para reforzar aprendizajes, despejar dudas o contar con un apoyo más allá de nuestras redes más cercanas, caracterizado por una visión un tanto más “imparcial” y no tan directamente vinculada afectivamente (como lo son nuestra familia y amigos) que nos pueda ayudar a observar nuestro mapa nuevamente, o ayudarnos a recordar lo ya trabajado previamente.

En general, en ambos casos el formato de trabajo es muy símil: sesiones semanales de aproximadamente 45 minutos a 1 hora, en un espacio de conversación que puede ser complementado con ejercicios durante la sesión y/o entre sesiones. Se caracteriza además por ser un espacio privado, de cuidado y respeto, en el que el protagonista principal es quien consulta y mi rol acompañarle en su exploración, así como ayudarle a utilizar sus herramientas o poder transmitirle nuevas con las cuales realizarla. Todo esto, en un proceso cuyo objetivo es el bienestar de las personas.
Si actualmente te encuentras necesitando de este tipo de apoyos, ¡No dudes en contactarme! Ya el simple hecho de pensarlo o estarlo evaluando es el primer y esencial paso para iniciar ese importante viaje. Te felicito, desde ya, por el simple hecho de estarlo evaluando y será un honor y agrado para mí el poder ayudarte en lo que esté a mi alcance.

¡Un abrazo!

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